En el versículo 15, David no habla de la risa de Dios, sino que denuncia la venganza contra los impíos, tal como ya hemos visto en el segundo salmo, en el cuarto verso, que aunque Dios, al confabularse con los impíos, tiene a menudo los sufrió por un tiempo para correr a cada exceso en alegría y disturbios, sin embargo, él finalmente les habla en su ira para derrocarlos. La cantidad de lo que se dice es que los impíos deben prevalecer tan poco, que la espada que habían sacado debería volver a sus propios intestinos, y que su arco debería romperse en pedazos.

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