13 Pero yo, como hombre sordo, no escucho, etc. El escritor inspirado aquí se compara a sí mismo con un hombre sordo y tonto, por dos razones. En primer lugar, él insinúa que estaba tan abrumado con los juicios falsos y malvados de sus enemigos, que ni siquiera se le permitió abrir la boca en su propia defensa. En segundo lugar, alega ante Dios su propia paciencia, como una súplica para inducir a Dios a que tenga más piedad de él; porque tal mansedumbre y gentileza, no solo con buenas razones, aseguran el favor a los afligidos e inocentes, sino que también es un signo de verdadera piedad. Aquellos que dependen del mundo y respetan solo a los hombres, si no pueden vengar las heridas que les causaron, claramente muestran con sus fuertes quejas la furia ardiente y la furia de sus corazones. Por lo tanto, para que un hombre pueda soportar tranquila y pacientemente la insolencia, la violencia, la calumnia y el engaño de sus enemigos, es necesario que confíe en Dios. El hombre que está completamente persuadido en su propio corazón de que Dios es su defensor, atesorará su esperanza en silencio y, pidiéndole ayuda, pondrá freno a sus propias pasiones. En consecuencia, Pablo, en Romanos 12:19, dice muy propiamente que "damos lugar a la ira" cuando, oprimidos ante el mundo, todavía descansamos en Dios. Por otro lado, quien da riendas sueltas a sus pasiones, le quita todo lo que puede a Dios, a quien solo pertenece, el derecho de vengarse y se priva de su ayuda. De hecho, es cierto que si David hubiera obtenido una audiencia, habría estado listo para defender su propia inocencia; pero percibiendo que no le sirvió de nada, es decir, que estaba excluido y excluido de toda defensa de su causa, se sometió humildemente, esperando pacientemente al Juez celestial. Por lo tanto, dice que mantuvo la paz, como si ya hubiera sido condenado y se hubiera quedado mudo. Y, de hecho, es muy difícil, cuando somos conscientes de nuestra propia inocencia, paciente y silenciosamente soportar una condena injusta, como si todos los argumentos nos hubieran fallado, y no nos quedara ninguna excusa o respuesta.

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