Pero yo, como sordo, no oí, se cerró deliberadamente los oídos para no ser provocado a responder a sus insultantes discursos; y yo era como un hombre mudo que no abre la boca, y la conciencia de su culpa lo hacía callar, desesperar de poder ayudarse a sí mismo y confiar únicamente en Jehová.

Continúa después de la publicidad
Continúa después de la publicidad