1. ¡En ti, oh Jehová! pongo mi confianza Se ha pensado que la ocasión de la composición de este salmo fue la conspiración de Absalón; y la referencia particular que David hace a su vejez hace que esta conjetura no sea improbable. Como cuando nos acercamos a Dios, es solo la fe la que nos abre el camino, David, para obtener lo que buscaba, protesta, de acuerdo con su manera habitual, que no derrama en el trono de la gracia oraciones hipócritas, sino Beta se lleva a Dios con sinceridad de corazón, totalmente convencido de que su salvación está puesta en la mano divina. El hombre cuya mente está en un estado de fluctuación constante, y cuya esperanza se divide al girar en diferentes direcciones, en cada una de las cuales está buscando liberación, o quien, bajo la influencia del miedo, disputa consigo mismo, o quien obstinadamente rechaza la asistencia divina, o quien se inquieta y da paso a la impaciencia inquieta, no es digno de ser socorrido por Dios. La partícula לעולם, leolam, al final del primer verso, que hemos traducido para siempre, admite un doble sentido, como lo he mostrado en Salmo 31:1. Tácitamente implica un contraste entre las actuales calamidades de David y el feliz asunto que él anticipó; como si él hubiera dicho: Señor, yo yazco en el polvo como uno confundido; pero llegará el momento en que me concedas la liberación. O no estar avergonzado para siempre, significa nunca estar avergonzado. Como estos versículos casi se corresponden con el comienzo del salmo 31, me referiría a ese lugar para esas observaciones explicativas que omito aquí a propósito, sin desear poner a prueba la paciencia de mis lectores por repeticiones innecesarias.

En estas palabras del tercer verso, En el que puedo entrar en todo momento, que no se encuentran en el otro salmo, David ora brevemente para que pueda tener un acceso tan fácil y fácil a Dios para socorrer, como para encontrarlo en él. un refugio seguro cuando sea amenazado por cualquier peligro inmediato. ¡Señor! como si hubiera dicho, permíteme encontrar siempre un socorro listo en ti, y me encuentras con una sonrisa de benignidad y gracia, cuando me acerco a ti. La expresión que sigue, Has dado el mandamiento de salvarme, es resuelta por algunos intérpretes en el estado de ánimo optativo; como si David hubiera pedido que se comprometiera con la tutela de los ángeles. Pero es mejor retener el tiempo pasado del verbo y entenderlo alentándose, desde su experiencia en tiempos pasados, a esperar un problema feliz para sus calamidades actuales. Tampoco hay ninguna necesidad de limitar a los ángeles el verbo, tú has dado el mandamiento. Dios, sin duda, los emplea para defender a su pueblo; pero como él posee innumerables formas de salvarlos, la expresión, creo, se usa indefinidamente para enseñarnos que él da el mandamiento con respecto a la salvación de sus siervos, de acuerdo con su propósito, cada vez que da alguna muestra manifiesta de su favor hacia ellos en su providencia; y lo que ha determinado en su propia mente, lo ejecuta a veces solo con su asentimiento, y otras veces por la instrumentalidad de los hombres u otras criaturas. Mientras tanto, David daría a entender que tal es el poder suficiente de Dios considerado intrínsecamente, que sin recurrir a ninguna ayuda extranjera, su mandamiento solo es muy adecuado para efectuar nuestra salvación.

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