9. No me rechaces en el momento de mi vejez. David acababa de declarar que Dios había sido el protector de su vida en su nacimiento, y luego su padre adoptivo en su infancia, y el guardián de su bienestar durante todo el curso de su existencia pasada; ahora desgastado por la edad, se arroja nuevamente al seno paternal de Dios. En la medida en que nuestra fuerza nos falla, y luego la necesidad misma nos impulsa a buscar a Dios, en la misma proporción en que nuestra esperanza en la disposición y disposición de Dios para ayudarnos a volverse fuertes. La oración de David, en resumen, equivale a esto: "Tú, Señor, que me has sostenido vigoroso y fuerte en la flor de mi juventud, no me abandones ahora, cuando estoy decaído y casi marchito, pero cuanto más me paro Necesito tu ayuda, deja que la decrepitud y las enfermedades de la edad te conmuevan más a mí. De este verso, los expositores, no sin una buena razón, concluyen que la conspiración de Absalón es el tema tratado en este salmo. Y ciertamente fue un espectáculo horrible y trágico, que tendió a llevar, no solo a la gente común, sino también a aquellos que sobresalían en autoridad, a apartar sus ojos de él, como lo harían con un monstruo detestable, cuando el hijo, teniendo expulsó a su padre del reino, lo persiguió incluso a través de los mismos desiertos para matarlo.

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