19. ¡Cómo han sido destruidos, por así decirlo en un momento! El lenguaje de la maravilla en el que se abre el salmista sirve mucho para confirmar el sentimiento del versículo anterior. Como la consideración de la prosperidad de los impíos induce un letargo en nuestras mentes, sí, incluso los vuelve estúpidos; así que su destrucción, siendo repentina e inesperada, tiende a despertarnos de manera más efectiva, y cada uno de ellos se ve obligado a preguntar cómo sucedió tal evento, que todos los hombres pensaron que nunca podría suceder. El profeta, por lo tanto, habla de ello a modo de interrogatorio, como algo increíble. Sin embargo, él, al mismo tiempo, nos enseña que Dios está trabajando diariamente de tal manera que si abriéramos nuestros ojos, nos presentaríamos solo un asunto para excitar nuestro asombro. No, más bien, si por fe miramos a distancia los juicios de Dios cada día más cerca y más cerca, no pasaría nada que consideráramos extraño o difícil de creer; porque la sorpresa que sentimos proviene de la lentitud y el descuido con los que procedemos al adquirir el conocimiento de la verdad Divina. (196) Cuando se dice: se consumen con terrores, se puede entender de dos maneras. O bien significa que Dios truena sobre ellos de una manera tan inusual, que la misma extrañeza los golpea con consternación; o que Dios, aunque no puede poner su mano sobre sus enemigos, sin embargo, los arroja a la consternación y los lleva a la nada, solo por el terror de su aliento, en el mismo momento en que desprecian imprudentemente todos los peligros, como si ellos estaban perfectamente a salvo y habían hecho un pacto con la muerte. (197) Por lo tanto, hemos visto antes a David presentándolos como alentadores en su avance mediante este lenguaje de jactancia: "¿Quién es señor sobre nosotros?" (Salmo 12:4.) Estoy bastante inclinado a adoptar el primer sentido; y la razón que me lleva a hacerlo es que, cuando Dios percibe que somos tan lentos al considerar sus juicios, inflige juicios impíos de un tipo muy severo, y los persigue con muestras inusuales de su ira, como si él haría temblar la tierra, con el fin de corregir nuestra falta de aprensión.

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