1 ¡Oh Dios! no guardes tu paz. En general, los comentaristas coinciden en que este salmo fue compuesto durante el reinado del rey Josafat; y en esta opinión, estoy de acuerdo. Ese rey piadoso, como es bien sabido, tuvo que entablar guerras terribles contra múltiples huestes de enemigos. Aunque los amonitas y los moabitas fueron los originadores de la guerra principal en la que estuvo involucrado, aun así reunieron fuerzas no solo de Siria, sino también de países distantes, y las tropas reunidas así casi abrumaron a Judea con su multitud. Entonces parecería, de la larga lista de enemigos, aquí enumerados, que habían conspirado juntos para destruir al pueblo de Dios, que la conjetura está bien fundada, lo que hace referencia a la composición de este salmo para esa ocasión; (430) y la historia sagrada nos informa que uno de los levitas, bajo la influencia del Espíritu de profecía, le dio al rey la seguridad de la victoria, (431) y que los levitas cantaron ante el Señor. En medio de tan grandes peligros, toda la nación, así como el rey santo, deben haber estado involucrados en la angustia más profunda; y, en consecuencia, tenemos aquí una oración llena de seriedad y solicitud. Estos sentimientos provocaron la repetición de las palabras que ocurren en la apertura misma del salmo, no guardes tu paz, no guardes silencio, no te quedes quieto. Por esto, los fieles intimarían, que si Dios pretendía socorrerlos, le correspondía apresúrate, de lo contrario se perdería la oportunidad de hacerlo. Es indudablemente nuestro deber esperar pacientemente cuando Dios en cualquier momento retrasa su ayuda; pero, en condescendencia a nuestra enfermedad, nos permite suplicarle que se apresure. Lo que he rendido, no guardes silencio contigo mismo, es, literalmente, no guardar silencio contigo mismo, lo que algunos traducen por la paráfrasis, no calles en tu propia causa, una exposición que es demasiado refinada para ser notada más particularmente. Esta forma de expresión es equivalente a decir, no te detengas. Quizás la partícula es aquí superflua, como lo es en muchos otros lugares.

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