2. Me regocijaré y me alegraré en ti. Observe cómo los fieles alaban a Dios sinceramente y sin hipocresía, cuando no descansan sobre sí mismos para la felicidad, y no están intoxicados con la presunción tonta y carnal, sino que se regocijan solo en Dios; lo cual no es otra cosa que buscar el tema de su alegría del favor de Dios y de ninguna otra fuente, ya que en ella consiste la felicidad perfecta. Me regocijaré en ti. Debemos considerar cuán grande es la diferencia y la oposición entre el carácter de la alegría que los hombres se esfuerzan por encontrar en sí mismos y el carácter de la alegría que buscan en Dios. David, para expresar con mayor fuerza cómo renuncia a todo lo que pueda retenerlo u ocuparlo con vano deleite, agrega la palabra exulta, con lo que quiere decir que encuentra en Dios una alegría plena y desbordante, de modo que él no está bajo la necesidad de buscar ni la más pequeña caída en ningún otro trimestre. Además, es importante recordar lo que he observado anteriormente, que David se presenta ante sí mismo los testimonios de la bondad divina que había experimentado anteriormente, a fin de alentarse con más rapidez para abrir su corazón (163) a Dios, y presentar sus oraciones ante él. Quien comienza su oración afirmando que Dios es la gran fuente y objeto de su alegría, se fortalece de antemano con la mayor confianza, al presentar sus súplicas al oyente de la oración.

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