Sofonías menciona primero el tiempo en que profetizó; estaba bajo el rey Josías. La razón por la que escribe el nombre de su padre Amon no me parece. El Profeta, como señal de honor, no habría hecho público un descenso que era vergonzoso e infame. Amón era el hijo de Manasés, un rey impío y malvado; y él no era nada mejor que su padre. Por lo tanto, vemos que su nombre se registra, no por honor, sino por reproche; y puede haber sido que el Profeta tenía la intención de intimar, lo que entonces era bien conocido por todos, que la gente se había vuelto tan obstinada en sus supersticiones, que no era fácil restaurarlos a una mente sana. Pero no podemos presentar nada más que conjeturas; Por lo tanto, dejo el asunto sin pretender decidirlo.

Con respecto al pedigrí del Profeta, he mencionado en otra parte lo que afirman los judíos: que cuando los Profetas anotaron los nombres de sus padres, ellos mismos descendieron de los Profetas. Pero Sofonías menciona no solo a su padre y abuelo, sino también a su bisabuelo y su tatarabuelo; y es poco creíble que todos fueran Profetas, y no hay una palabra que los respete en las Escrituras. No creo, como he dicho en otra parte, que tal regla esté bien fundada; pero los judíos en este caso, de acuerdo con su manera, negocian en bagatelas; porque en cosas desconocidas dudan en no afirmar lo que les viene a la mente, aunque puede que no tenga la menor apariencia de verdad. Es posible que el padre, el abuelo, el bisabuelo y el bisabuelo del Profeta fueran personas que se destacaban en la piedad; Pero esto también es incierto. Lo que es especialmente digno de ser notado es que comienza diciendo que no trajo nada propio, sino fielmente y, por así decirlo, entregó lo que había recibido de Dios.

Con respecto a su pedigrí, no se trata de un gran momento; pero es de gran importancia saber que Dios fue el autor de su doctrina, y que Sofonías fue su ministro fiel, que no introdujo sus propios recursos, sino que solo fue el anunciador de la verdad celestial. Pasemos ahora a los contenidos:

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