Él confirma lo que ya he dicho: que aunque otros enemigos, los asirios o los caldeos, atacaron a los judíos, Dios sería el principal líder de la guerra. Dios entonces reclama aquí para sí lo que los judíos transfirieron a sus enemigos terrenales: y el Profeta ya lo ha llamado a menudo el día de Jehová; porque Dios entonces daría a conocer su poder, que había sido un deporte para ellos. Por lo tanto, declara en este lugar que reduciría al hombre a la angustia, de modo que toda la nación caminaría como un ciego, que, al carecer de consejo, tropezarían y caerían, y no podrían seguir su curso: porque Se dice que se extravían como los ciegos, que no ven fin a sus males, que no encuentran medios para escapar de la ruina, pero que se les retiene como si estuvieran atados rápidamente. Y siempre debemos tener en cuenta lo que ya he dicho: que los judíos estaban inflados con tanto orgullo que despreciaban a todos los Profetas. Desde entonces fueron tan sabios en sí mismos, Dios denuncia la ceguera sobre ellos.

Se une a la razón, porque habían actuado impíamente hacia Jehová (86) Con estas palabras confirma lo que ya he explicado: que las causas intermedias no deben ser considerado, aunque los caldeos se vengaron de los judíos; porque hay un principio superior, y otra causa de este mal, incluso el desprecio de Dios y de su verdad celestial; porque habían actuado impíamente hacia Dios. Y con estas palabras, el Profeta les recuerda a los judíos que no se esperaba alivio alguno, ya que no solo tenían hombres hostiles hacia ellos, sino Dios mismo, a quien habían provocado de manera extrema.

Por lo tanto, agrega: Derramada será tu sangre como polvo (87) Aquellos a quienes Dios entregó con extremo reproche merecían esto, porque había sido despreciado por ellos. Su carne, (88) dice, será como estiércol. Ahora, sabemos cuánto se jactaban los judíos de su preeminencia; y Dios ciertamente les había dado la oportunidad de jactarse, si hubieran hecho un uso correcto y legítimo de sus beneficios; pero como lo habían despreciado, merecían a su vez estar expuestos a toda ignominia y reproche. Por lo tanto, el Profeta aquí postra todas sus jactancias falsas por las cuales fueron inflados; porque deseaban ser honorables, mientras que Dios era despreciado por ellos. Por fin agrega:

Porque contra Jehová pecaron.

—Ed.

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