“Otros” pero evidentemente de la misma descripción “dijeron, Este es él”. Además de los que dudaban y de los que estaban seguros de su identidad, se expresó una tercera opinión: “Es como él”. Naturalmente, los ojos abiertos alterarían su apariencia. Las dudas sobre su identidad fueron dispersadas por el decisivo ἐγώ εἰμι del hombre.

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Antiguo Testamento