Respondió Jesús, pues, y les dijo: No murmuréis entre vosotros: 44. Nadie puede venir a mí, si el Padre que me envió no le trajere; y yo lo resucitaré en el último día.

En otras palabras: “Una tregua a estos murmullos; no es mi palabra la que es absurda; eres tú quien es incapaz de comprenderlo, y todos tus “ cómos ” no servirán de nada, mientras permanezcas en esta condición moral.” Jesús vuelve de nuevo a la fuente de su descontento; les falta la atracción espiritual que resulta de la enseñanza interna de Dios. Esto es lo que ya nos dio a conocer Juan 6:37-40 .

La palabra οὐδείς, nadie , es la antítesis de πᾶν, todos , Juan 6:37 . Allí, Jesús dijo: todo lo que se da vendrá ciertamente: aquí, nada que no se extraiga logrará comprender y creer. Esta segunda declaración tiene una aplicación directa a los oyentes.

El dibujo del Padre designa el mismo hecho que el don ( Juan 6:37 ), pero este término sirve para explicar el modo del mismo; el don se efectúa por medio de una atracción interior que se hace sentir en el alma. Veremos en Juan 6:45 que este dibujo no es un instinto ciego, como las inclinaciones naturales, sino que es de naturaleza luminosa, como el mismo Dios de quien procede; es una enseñanza.

Esta enseñanza debió cumplirse por medio de los escritos de Moisés tomados en serio ( Juan 6:46-47 ), por la Palabra de Dios recibida interiormente ( Juan 6:38 ). La ley, al hacer sentir al judío la insuficiencia de su obediencia y la oposición entre sus sentimientos y la voluntad divina, y la profecía, al suscitar la espera de Aquel que debe remediar el mal, hacen de Jesús un ser conocido y deseado, hacia quien una profunda la atracción no puede dejar de hacerse sentir tan pronto como Él aparece.

Weiss ve en la atracción y enseñanza del Padre el testimonio divino por medio de milagros, Juan 5:36 , hecho eficaz en el corazón por el Espíritu Santo. Esto me parece demasiado externo; y por qué entonces excluir el principal testimonio divino, el de la Palabra mencionada también en el cap. 5?

Debemos observar la correlación entre el sujeto el que me envió y el verbo dibujar; el Dios que envía a Jesús por las almas, en cambio, atrae las almas a Jesús. Las dos obras divinas, externa e interna, se responden y se completan. El momento feliz en el que se encuentran en el corazón, y en el que así se gana la voluntad, es el del don por parte de Dios, el de la fe por parte del hombre.

Jesús añade que, así como la iniciativa en la salvación pertenece al Padre, su cumplimiento es tarea del Hijo. El Padre atrae y da; el Hijo recibe y guarda, y esto hasta la gloriosa coronación de la obra, la resurrección final. Entre estos dos extremos se incluye todo el desarrollo de la salvación. El sentido de las últimas palabras es: Y llevaré todo a su fin.

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