Y Jesús volvió en el poder del Espíritu a Galilea . En el griego ε̉ν δυνάμει , en el poder, fuerza o fuerza del Espíritu. Bajo un fuerte impulso del Espíritu, Jesús volvió a Galilea. Porque el Espíritu Santo lo movía y lo impulsaba poderosamente a desplegar en este momento el poder espiritual que había recibido desde el principio de su concepción, pero que hasta ahora había encerrado y escondido dentro de sí mismo, y a comenzar en Galilea con inmenso ardor y celo, su ministerio de predicación, y, confírmalo con su admirable santidad de vida y sus estupendos milagros.

Por lo tanto, Teofilacto lo traduce como ε̉νθουσιω̃ν , impulsado e impulsado por el entusiasmo y el impulso divino del Espíritu Santo. versión 16. Y vino a Nazaret. Nótese aquí que mientras se dice que Cristo, en el v. 14, fue a Galilea, no se dice que entró en Nazaret, que está allí, como dice San Mateo (Mateo 4:13), sino en Capernaúm, y allí haber hecho las cosas que S.

Mateo relata en iv. a xiii., todo lo cual S. Lucas pasa por aquí, y luego se dice que vino a Nazaret. S. Lucas ha querido desde el principio exponer la razón por la que Cristo no quiso enseñar en Nazaret, a saber, que sus conciudadanos lo despreciaban por ser hijo de un carpintero. Y aunque esto sucedió después, sin embargo Cristo previó que así sería, y por eso se desvió de Nazaret y se fue a Cafarnaúm, a la cual hizo sede de su ministerio, como relata S. Mateo en (Mt 4,13).

Y se puso de pie para leer. Era (y sigue siendo) costumbre entre los judíos que cada uno debe leer los libros hebreos de la Sagrada Escritura en la sinagoga en el día de reposo, tanto para aprender de ellos la ley de Dios, como también para poder ser incitados a la adoración, el amor y el servicio de Dios. Además, era parte del Rabino y de los maestros, como lo era Jesús, leer la Sagrada Escritura públicamente, interpretarla, predicar y enseñar.

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