Antiguo - Alrededor de cincuenta o cincuenta y cinco. Desde su edad en el momento de su adhesión (1 Reyes 2:2 nota) no pudo haber tenido más de sesenta años a su muerte.

La verdadera naturaleza de la idolatría de Salomón no era una apostasía completa, una apostasía de la que no podría haber recuperación; ni una mera tolerancia, más bien digna de elogio que inflamable. Salomón nunca apostató abierta o totalmente. Continuó asistiendo a la adoración a Yahweh e hizo puntualmente sus ofrendas tres veces al año en el templo 1 Reyes 9:25; pero su corazón no era "perfecto" con Dios. La seriedad religiosa de sus días de juventud se debilitó por la riqueza, el lujo, el sensualismo, una mundanalidad cada vez mayor que lo llevó a la política mundana y al latitudinarismo que surge del contacto con todas las múltiples formas de opinión humana. Su caída en el pecado mortal fue sin duda gradual. En parte por la ostentación, en parte por ese sensualismo que es la falla más común de los monarcas orientales, estableció un harén a gran y extraordinaria escala. Para gratificar a las "mujeres extrañas" i. e., extranjeros, admitidos ya sea por la política mundana, o por el bien de la variedad, construyó magníficos templos para sus falsos dioses, justo en contra de Jerusalén, como rivales manifiestos del "templo". Así se convirtió en el autor de un sincretismo, que buscaba combinar la adoración de Yahweh y la adoración de ídolos, un sincretismo que poseía atracciones fatales para la nación judía. Finalmente, parece haber frecuentado los templos ídolos 1 Reyes 11:5, 1 Reyes 11:1, y haber participado en esas temibles impurezas que constituían el peor horror de los sistemas idólatras, por lo que prácticamente apostatando, aunque en teoría nunca dejó de sostener que Yahweh era el Dios verdadero.

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