Por la abundancia de leche ... - A cuenta, o por medio de la gran cantidad de leche. Esta imagen también denota que la tierra debe estar desolada y abandonada por sus habitantes. Tal rango tendrían las vacas y las ovejas en las tierras desiertas y sin cultivar, que producirían abundante leche.

Para mantequilla y miel - Esta será la condición de todos los que quedan en la tierra. La agricultura será abandonada, la tierra será desolada. Los pocos habitantes restantes dependerán de lo que produzcan muy pocas vacas y ovejas, y de la subsistencia que puede derivarse de la miel obtenida de las rocas donde se alojarían las abejas. Quizás, también, los enjambres de abejas aumentarían, por el hecho de que la tierra sería abandonada, y que produciría abundancia de flores silvestres para su subsistencia. La idea general es clara, que la tierra estaría desolada. La mantequilla y la miel, es decir, la mantequilla mezclada con miel, es un alimento común en Oriente; vea la nota en Isaías 7:15. D'Arvieux, que estaba en el campamento de un príncipe árabe que vivía con mucho esplendor y que lo trataba con gran respeto, se entretuvo, nos dice, la primera mañana de su estancia allí, con pequeños panes, miel, mantequilla recién batida. y crema más delicada que cualquier otra que haya visto, junto con café. - "Voy. dans la Pal. ", p. 24. Y en otro lugar, nos asegura que una de las principales cosas con las que los árabes se deleitan en el desayuno es la nata o la mantequilla nueva mezclada con miel. - pag. 197. La declaración del profeta aquí, de que los pobres de la tierra deben comer mantequilla y miel, no es incompatible con este relato de D'Arvieux, que se considera como un artículo alimenticio con el que incluso los príncipes tratan a sus invitados, por La idea del profeta es que, cuando la tierra esté desolada y relativamente deshabitada, el crecimiento natural y exuberante del suelo producirá abundancia para suministrar leche, y que la miel abundará donde las abejas se puedan multiplicar, casi sin límite. ; ver Harmer’s Obs., vol. ii. pag. 55. Ed. Lond. 1808.

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