Las promesas de Jeremias 32 se confirman, pero con un significado espiritual más directo. El profeta muestra en él la felicidad de los exiliados que regresan, de los cuales la gloria culminante es el nacimiento del Mesías Jeremias 33:15, en el que tanto el sacerdocio levítico como el reino davídico se combinan Jeremias 33:17, y el pacto de Dios con la humanidad hecho perpetuo Jeremias 33:19.

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