Por suerte: no se nos dice de qué manera se echó la suerte. Quizá se emplearon dos urnas, una que contenía una descripción de los diversos distritos a ser repartidos, la otra los nombres de las tribus; y la porción de cada tribu sería entonces determinada por un sorteo simultáneo de las dos urnas. O bien, una persona designada, o un delegado de cada tribu, puede hacer un sorteo de una urna que contenga la descripción de las diez herencias.

El sorteo sólo determinaba de manera general la posición en el país de la tribu particular en cuestión, ya sea al norte o al sur, etc.; las dimensiones de cada territorio se dejaban ajustar posteriormente, según el número y las necesidades de la tribu que había que proveer. Puesto que se consultaron las predilecciones y costumbres de dos tribus y media al repartirles el territorio transjordano , no hay objeción a la suposición de que algo del mismo tipo pudo haber ocurrido, sujeto a la voluntad divina. aprobación, en la distribución de las tierras a las otras nueve tribus y media; y así se apelaba a la suerte para decidir finalmente el asunto y descartar los celos y las disputas.

Es evidente que el sorteo de los diez lotes no tuvo lugar simultáneamente. La tribu de Judá tuvo precedencia, ya sea por designación expresa o porque su suerte “surgió” primero, no aparece. Al parecer, solo después de que esta tribu se asentara en sus dominios, se echaron más suertes para Efraín y la media tribu de Manasés. Después de esto parece haberse producido una pausa, quizás de cierta duración; el campamento fue trasladado de Gilgal a Silo; y se procedió a echar más suertes para las otras siete tribus por instigación de Josué (ver ).

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