Regocíjate en el alma de tu siervo - Haz que me regocije; a saber, por tu graciosa interposición, y librándome del peligro y la muerte.

Porque a ti, oh Señor, levanto mi alma - Compara las notas en Salmo 24:4. La idea es la de excitarse, o esforzarse, como lo hace quien hace grandes esfuerzos para obtener un objeto. No era lánguido ni indiferente; no hizo esfuerzos meramente débiles e irregulares para encontrar a Dios, sino que inclinó todos sus poderes para ese fin; se excita a fondo para buscar la ayuda divina. Los esfuerzos lánguidos y débiles en la búsqueda de Dios serán atendidos sin éxito. En un asunto tan grande, cuando tanto depende del favor divino, cuando están en juego intereses tan grandes, toda el alma debe ser impulsada a un gran y extenuante esfuerzo; no es que podamos obtener su favor por la fuerza o el poder, y no que ninguna fuerza nuestra prevalezca por sí misma, sino

(a) porque nada menos indicará la intensidad adecuada del deseo; y

(b) porque tal es su nombramiento con respecto a la forma en que debemos buscar su favor.

Compare Mateo 7:7; Lucas 13:24; Lucas 16:16.

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