Génesis 38:1-30

1 Aconteció en aquel tiempo que Judá dejó a sus hermanos y se dirigió a residir con un hombre adulamita que se llamaba Jira.

2 Judá vio allí a la hija de un hombre cananeo llamado Súa, y la tomó y se unió a ella.

3 Ella concibió y dio a luz un hijo, y él llamó su nombre Er.

4 Ella concibió otra vez y dio a luz otro hijo, y ella llamó su nombre Onán.

5 Volvió a concebir y dio a luz otro hijo, y ella llamó su nombre Sela. Él estaba en Quezib cuando ella dio a luz.

6 Judá tomó una mujer para Er, su primogénito; esta se llamaba Tamar.

7 Pero Er, el primogénito de Judá, era malo ante los ojos del SEÑOR, y el SEÑOR le quitó la vida.

8 Entonces Judá dijo a Onán: — Únete a la mujer de tu hermano; cumple así con ella tu deber de cuñado, y levanta descendencia a tu hermano.

9 Pero sabiendo Onán que el hijo que le naciera no sería considerado suyo, sucedía que cada vez que se unía a la mujer de su hermano, vertía en tierra para no dar descendencia a su hermano.

10 Pero lo que hacía era malo ante los ojos del SEÑOR, y también a él le quitó la vida.

11 Entonces habló Judá a Tamar su nuera, diciendo: — Permanece viuda en la casa de tu padre hasta que crezca mi hijo Sela. Porque pensaba: “No sea que muera él también como sus hermanos”. Y Tamar se fue y permaneció en la casa de su padre.

12 Pasados muchos años, murió Bat-súa, la mujer de Judá. Cuando Judá se había consolado, subió a Timnat, a los esquiladores de sus ovejas, él y su amigo Jira el adulamita.

13 Y avisaron a Tamar diciendo: — He aquí que tu suegro sube a Timnat a esquilar sus ovejas.

14 Entonces ella se quitó su vestido de viudez, se cubrió con un velo, se envolvió con un manto y se sentó a la entrada de Enaim, que está junto al camino de Timnat, porque veía que Sela había crecido, pero que ella no le había sido dada por mujer.

15 Entonces la vio Judá y pensó que era una prostituta, porque había cubierto su cara.

16 Y se apartó del camino hacia ella y le dijo: — Ven y deja que me una a ti. Pues no sabía que ella era su nuera. Y ella dijo: — ¿Qué me darás si te unes a mí?

17 Él respondió: — Yo te enviaré un cabrito del rebaño. Ella le dijo: — Tienes que darme una prenda hasta que me lo envíes.

18 Y él le dijo: — ¿Qué prenda te daré? Ella le respondió: — Tu anillo, tu cordón y el bastón que llevas en la mano. Él se los dio y se unió a ella, y ella concibió de él.

19 Luego ella se levantó y se fue. Después se quitó el velo que tenía sobre sí y se vistió de nuevo con su vestido de viudez.

20 Judá envió el cabrito del rebaño por medio de su amigo el adulamita, para que recuperara la prenda de mano de la mujer, pero él no la halló.

21 Entonces preguntó a los hombres de aquel lugar diciendo: — ¿Dónde está la prostituta de Enaim, junto al camino? Ellos le dijeron: — Aquí no hay ninguna prostituta.

22 Él se volvió a Judá y dijo: — No la he hallado. También los hombres del lugar dijeron: “Aquí no hay ninguna prostituta”.

23 Y Judá dijo: — ¡Que se quede con la prenda! No seamos objeto de burla. He aquí yo le he enviado este cabrito, pero tú no la has hallado.

24 Aconteció que después de unos tres meses le informaron a Judá diciendo: — Tu nuera Tamar ha cometido adulterio y está encinta a consecuencia del adulterio. Y Judá dijo: — ¡Sáquenla, y que sea quemada!

25 Cuando era sacada, ella envió a decir a su suegro: — Del hombre a quien pertenecen estas cosas estoy encinta. — Y añadió — : Mira, pues, de quién son estas cosas: el anillo, el cordón y el bastón.

26 Entonces Judá los reconoció y dijo: — Más justa es ella que yo, porque no se la he dado a mi hijo Sela. Y no volvió a tener relaciones sexuales con ella.

27 Aconteció que al tiempo de dar a luz, he aquí que había mellizos en el vientre de Tamar.

28 Y cuando ella daba a luz, sucedió que uno de ellos sacó la mano. La partera la tomó y ató a su mano un hilo rojo diciendo: — ¡Este salió primero!

29 Pero sucedió que cuando él volvió a meter la mano, he aquí salió su hermano. Y ella exclamó: — ¡Cómo te abriste brecha! Y llamó su nombre Fares.

30 Después salió su hermano, el que tenía en su mano el hilo rojo, y llamó su nombre Zéraj.

Presenta una de esas notables circunstancias en las que la gracia divina se ve gloriosamente triunfando sobre el pecado del hombre. "Es evidente que nuestro Señor surgió de Judá". ( Hebreos 7:14 ) Pero ¿cómo? "Judas engendró a Fares y a Zara de

Tamar .” ( Mateo 1:3 ) Esto es particularmente llamativo. Dios, en Su gran gracia, elevándose sobre el pecado y la necedad del hombre, para realizar Sus propios propósitos de amor y misericordia. Así, un poco más adelante, en Mateo leemos: "David el rey engendró a Salomón, de la que había sido mujer de Urías." Es digno de Dios obrar así.

El Espíritu de Dios nos conduce por el camino por el cual, según la carne, vino Cristo; y, al hacerlo, nos da, como eslabones en la cadena genealógica, ¡Tamar y Betsabé! ¡Cuán evidente es que no hay nada de hombre en esto! Qué claro es que cuando llegamos al final del primer capítulo de Mateo, es "Dios manifestado en carne" lo que encontramos, y que, además, de la pluma del Espíritu Santo el hombre nunca podría haber ideado tal genealogía.

Es enteramente divino, y ninguna persona espiritual puede leerlo sin ver en él una bendita exhibición de la gracia divina, en primer lugar; y de la inspiración divina del evangelio de Mateo, en segundo lugar, al menos, de su relato de la genealogía de Cristo según la carne. Creo que una comparación de 2 Samuel 11:1-27 y Génesis 1:30 con Mateo 1:1-25 proporcionará al cristiano reflexivo materia para una meditación muy dulce y edificante.

Al leer detenidamente estas interesantes secciones de inspiración, percibimos una notable cadena de actos providenciales, todos tendientes a un gran punto, a saber, la exaltación del hombre que había estado en el pozo; y, al mismo tiempo, sacando a relucir, de paso, una serie de objetos subordinados. "Los pensamientos de muchos corazones" debían ser "revelados"; pero José iba a ser exaltado. "Llamó al hambre sobre la tierra: quebró todo sustento de pan.

Envió un varón delante de ellos, a José, que fue vendido por siervo; cuyos pies hieren con grillos; fue puesto en Hierro; hasta el tiempo que vino su palabra; la palabra del Señor lo probó. El rey envió y lo soltó; aun al príncipe del pueblo, y déjalo ir libre. Lo hizo señor de su casa y señor de todos sus bienes; para atar a sus príncipes a su antojo, y enseñar sabiduría a sus senadores.” ( Salmo 105:16-22 )

Es bueno ver que el objetivo principal era exaltar a aquel a quien los hombres habían rechazado; y luego producir en esos mismos hombres un sentido de su pecado al rechazar. ¡Y cuán admirablemente se lleva a cabo todo esto! Las circunstancias más triviales y más importantes, las más probables y las más improbables, se hacen para ministrar al desarrollo de los propósitos de Dios.

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