Juan ve en la mano del que estaba sentado en el trono un libro, o más bien un rollo, escrito por dentro y por fuera y sellado con siete sellos. El libro en la mano de Dios corresponde con el primer capítulo que esta fue una revelación dada por Dios.

El cielo resuena con una voz: "¿Quién podrá abrir el libro?". Este libro fue una revelación de lo que vendría. Varias veces se nos ha dicho que se revelarán cosas que deben suceder en breve. Aquí estaba el futuro, al menos hasta cierto punto, envuelto en el rollo.

¿Quién abrirá el libro? Uno se adelantó, llamado el León de la tribu de Judá, y le dijeron a Juan que había vencido para abrir el libro y desatar los sellos. Este no puede ser otro que Jesucristo. Cristo es el revelador. Revela a Dios y su voluntad. Él es profeta, así como sacerdote y rey; y ejerce el oficio de profeta al revelarnos la voluntad de Dios para nuestra salvación.

Tan pronto como se le llama león, también se le llama "un cordero como si hubiera sido inmolado". Se le describe con siete cuernos y siete ojos; los cuernos que indican fuerza y ​​los ojos, conocimiento; y la explicación adicional dada, "que son los siete espíritus de Dios enviados por toda la tierra". La omnipotencia y la omnisciencia están involucradas aquí.

Encontramos en este Capítulo una gran cantidad de sietes; siete lámparas, siete iglesias, siete cuernos, siete ojos, siete espíritus, siete sellos, siete trompetas, siete copas, etc. lo completo.

Sin embargo, no creo legítimo sacar de todo esto que el mundo de la humanidad durará siete mil años. El autor de "Verdad dispensacional" ha esquematizado la historia humana en siete períodos de mil años cada uno; y asume que ahora estamos a seis mil años de Adán, y que el período milenario de mil años está sobre nosotros, al final del cual nuestra historia terrenal terminará.

Tales esquemas no están justificados por nada de lo que sabemos. No sabemos con certeza que estamos a seis mil años de Adán. Y además la división en períodos históricos de mil años cada uno es artificial y hecho por el hombre; y el Señor no nos ha dicho tan definitivamente como esto cuánto durará el mundo.

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