No es suficiente estar excitado por la predicación, o por leer las Escrituras o las obras de hombres piadosos, o estar muy ocupado en la religión en sábado. La influencia del sábado debe llevarse a cabo durante la semana. Los hombres deben ser gobernados por la voluntad de Dios en sus negocios, así como en sus deberes religiosos; y si es necesario, sacrifique la propiedad, la comodidad, la reputación y hasta la vida misma, para honrarlo.

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