Aarón no se acercó al altar hasta que Moisés le pidió que lo hiciera, demostrando que no se tomaba este honor para sí mismo, sino que era el llamado de Dios por parte de Moisés: cp. Hebreos 5:4 ; Hebreos 5:5 . "Nadie se toma esta honra para sí, sino el que es llamado por Dios, como Aarón".

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