David se acercó a Saúl y se paró ante él. Le ministraba entre el resto de sus siervos. Esto muestra suficientemente que Saúl no tenía conocimiento de la unción de David, de lo contrario no se puede suponer que lo hubiera llevado a su corte. Y lo amaba mucho. De modo que todavía había algo bueno en Saúl; no lo había perdido todo, aunque había perdido el reino. Se convirtió en su escudero. Se le confirió ese lugar, aunque no leemos que lo haya ejercido jamás; pues parece que volvió con su padre en alguna ocasión no relacionada; y vivió con él algún tiempo considerable antes de la guerra, describió el cap. 17., sucedió.

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