Cuando alguno ofrecía sacrificio, traía sus ofrendas de paz para ofrecerlas en el altar. Mientras la carne estaba hirviendo o hirviendo. Así como la parte del Señor de las ofrendas de paz se quemaba sobre el altar, las partes de los sacerdotes y de los oferentes debían hervirse. Y cuando se construyó el templo, había ciertos aposentos en el atrio del pueblo, en los que tenían libertad para hervir la carne, a fin de que pudieran banquetear con Dios en su propia casa. Y los aposentos semejantes, sin duda, estaban en el patio exterior del tabernáculo.

Continúa después de la publicidad
Continúa después de la publicidad