Los señores de los filisteos subieron con un ejército, sospechando los efectos de su convención general y con la intención de cortarlos de raíz. Tenían miedo de ser una compañía de personas desarmadas y no aptas para la batalla. Cuando los pecadores comiencen a arrepentirse y a reformarse, deben esperar que Satanás reunirá todas sus fuerzas contra ellos y pondrá en funcionamiento sus instrumentos al máximo para oponerse a ellos y desanimarlos.

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