Y salieron de la casa del Señor Dios, el rey y los príncipes, que hace un tiempo reparaban con tanto celo el templo, ¡ahora lo abandonaron! ¡Tan inconstante es el hombre! ¡Tan poca confianza debe depositarse en él! Es probable que estos grandes hombres al principio solo adoraran en las arboledas y en los lugares altos mismos; sin embargo, tenían sus emisarios, que persuadieron a la gente a unirse a ellos. De modo que pronto abandonaron la casa de Dios y procedieron a adorar ídolos. Y vino la ira sobre Judá y Jerusalén. Pronto fueron castigados por mano de Hazael, rey de Siria.

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