Apartaos de él, para que sea herido y muera ¡ Así de rápido es el progreso del vicio! ¡así conduce de mal en peor! ¡así corrompe toda la naturaleza del hombre y lo lleva a tal degeneración de la que antes no se hubiera creído capaz! David está tan lejos de arrepentirse, que busca encubrir una acción escandalosa y perversa con otra aún más escandalosa y perversa; para ocultar el gran crimen de adulterio con el crimen aún mayor de asesinato. ¡Cómo deben temerse los comienzos del pecado! porque ¿quién sabe dónde terminarán? David ha pecado, por tanto, Urías debe morir. ¡Ese hombre inocente, valiente y valiente, que estaba dispuesto a morir por el honor de su príncipe, debe morir por la mano de su príncipe! Mira cómo luchan los deseos carnales contra el alma¡Y qué devastación causan en esa guerra! ¡Cómo cegan los ojos, abrasan la conciencia, endurecen el corazón y destruyen todo sentido del honor y la justicia! Vea el cambio vergonzoso y deplorable que han hecho en David. ¿Es éste el hombre cuyo corazón lo golpeó porque le había cortado la falda a Saúl? quien más de una vez salvó generosamente la vida de su más acérrimo enemigo cuando la tuvo en su poder; pero, ¿quién usa ahora los más viles artificios para quitarle la vida al siervo más digno y fiel? ¿Es éste el que ejecutó juicio y justicia a todo su pueblo? y que se ejercitaba día y noche en las leyes de Dios, consciente de los extraordinarios favores que había recibido de él y de las infinitas obligaciones que tenía para con él; el justo, el generoso, el piadoso David? Sí, este es el mismo hombre. ¡Pobre de mí! ¿Cómo puede realizar acciones tan injustas y viles? ¿Cómo puede ser tan ingrato con su benefactor celestial, como para transgredir y pisotear su ley en el más capital de todos sus artículos? ¿Cómo puede dar tal escándalo y motivo de tropiezo a sus súbditos, cuya piedad y virtud fue designado para promover? ¿Y cómo puede exponer así al desprecio y reproche a la religión verdadera entre las naciones idólatras de todo alrededor? ¡Pobre de mí! el pecado, a través de su engaño, ha ganado entrada y ha restablecido su imperio en su alma. El pecado ha producido esta horrible transformación en la mente y el corazón de uno de los hombres más valientes y dignos. Lector, presta atención y resiste los primeros asaltos del mal, no sea que, si una vez prevalecen, te priven de todo sentido y sentimiento religioso y moral, y te sumergen en la mayor profundidad de culpa y bajeza,

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