El Señor no quiso escuchar su dolor, no proveniente de una mente arrepentida, o de una preocupación de que Dios estuviera disgustado con usted, sino de esto, que ustedes mismos no pudieron hacer lo que deseaban, Dios no escuchó su clamor, como siempre escucha el clamor de los que le rezan con sinceridad y lloran de dolor genuino y piadoso. Ustedes permanecieron en Cades muchos días, casi un año entero, y ahora no se les permitió avanzar hacia Canaán.

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