Lleva allí tus holocaustos que fueron sabiamente apropiados para ese lugar, para la seguridad de la religión verdadera y para la prevención de la idolatría y la superstición, que de otro modo podrían haberse infiltrado más fácilmente; y para significar que sus sacrificios no fueron aceptados por su propio valor, sino por el nombramiento de la gracia de Dios, y por causa del altar de Dios, por el cual fueron santificados, y por la causa de Cristo, a quien el altar manifiestamente representaba. Tus ofrendas elevadas, es decir, tus primicias de maíz, vino, aceite y otros frutos. Y estos se llaman las ofrendas levantadas de su mano, porque el oferente debía tomarlas primero en sus manos, y llevarlas delante del Señor, y luego dárselas al sacerdote. Tus ofrendas de libre albedríoIncluso tus oblaciones voluntarias, que no se deben a mi prescripción, sino solo a tu propia elección: puedes elegir qué tipo de ofrendas quieres ofrecer, pero no el lugar donde las ofrecerás.

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