Todos los que estaban a su alrededor fortalecieron sus manos. Algunos de ellos, probablemente, porque habían abrazado, o al menos favorecido, la religión judía, acerca de la cual habían sido instruidos por los israelitas, que ahora habían habitado durante mucho tiempo entre ellos; y otros, para que por este medio pudieran complacer al rey y procurar su favor, percibiendo que era amigable con los judíos, y dispuesto y cordial en la obra de ayudarlos. Así Dios, cuando le place, puede inclinar el corazón de los extraños a ser bondadoso con su pueblo; sí, haz que fortalezcan sus manos a los que antes los debilitaron.

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