La plata te es dada. Guárdala para tu propio uso, no la deseo. Acepto tu oferta por la escritura. De modo que le dio poder para redactar el decreto que quisiera y sellarlo con el anillo del rey; pero en cuanto al dinero, le aseguró que no recibiría nada. ¡Qué inhumanidad era esta! ¡Dar muerte a tanta gente inaudita para complacer a un favorito!

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