Ester dijo: El enemigo es este malvado Amán. Es él quien ha planeado nuestro asesinato, y lo acuso de ello delante de él: aquí está; que hable por sí mismo, porque por eso fue invitado. Entonces Amán tuvo miedo ante el rey y la reina. Era tiempo de que temiera, cuando la reina era su fiscal, el rey su juez y su propia conciencia un testigo en su contra; y las sorprendentes operaciones de la providencia contra él esa misma mañana no pudieron sino aumentar su miedo. Ahora tiene poca alegría de haber sido invitado al banquete del vino, pero se encuentra en apuros cuando pensó que estaba en la plenitud de su suficiencia.

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