Se puso de pie y les ayudó. Esto lo hizo, porque dondequiera que estuviera, cuando la ocasión se le ofreciera, le encantaba hacer justicia y aparecer en defensa de los que veía heridos. Le encantaba hacer el bien: dondequiera que la providencia de Dios nos arroje, debemos desear y esforzarnos por ser útiles; y cuando no podamos hacer el bien que quisiéramos, debemos estar dispuestos a hacer el bien que podamos.

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