No afligiréis a la viuda ni al huérfano. Es decir, los consolaréis y ayudaréis, y estaréis preparados en toda ocasión para mostrarles bondad. Al hacerles demandas justas, se debe considerar su condición, quienes han perdido a quienes debían protegerlos; y no se les debe tomar ventaja alguna, ni se les debe imponer ninguna dificultad de la que un esposo o un padre los hubiera protegido.

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