La cosa fue muy dolorosa a los ojos de Abraham por el cariño que sentía por su hijo y la promesa de Dios acerca de él. Aquel que, por orden de Dios, que estaba obligado a obedecer, después entregó tan alegremente a Isaac, no estaba tan dispuesto a separarse de Ismael, para gratificar la pasión de una mujer enojada. Y probablemente él habría negado su deseo, si Dios no se hubiera interpuesto. Es notable que no se diga que la cosa fue grave por culpa de su esposa;probablemente no consideraba a Agar como su propia esposa; o, al menos, no sentía por ella el afecto que un hombre debería tener por su esposa. De este modo podemos conocer la excelencia de las instituciones de Dios, que designó sólo una mujer para un hombre, para que cada uno pudiera, bajo Dios, tener todo el interés en los afectos del otro; y podemos observar la maldad de las invenciones de los hombres que trajeron la poligamia al mundo, mediante las cuales los afectos de un hombre se dividen en varias corrientes contrarias. Pero probablemente a Abraham le dolió que Ismael le hubiera provocado tal provocación, así como que Sara insistiera en tal castigo.

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