Entra, bendito del Señor. Tal era el hermoso lenguaje de aquellos tiempos antiguos, por el cual un sentido de Dios se mantenía constantemente en sus mentes. ¡Qué poco se usa este lenguaje en nuestros días! Quizás, porque oyeron de Rebeca las palabras llenas de gracia que salían de su boca, llegaron a la conclusión de que era un buen hombre y, por tanto, bendecido por el Señor.

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