¿No prueba el oído las palabras? &C. ¿No distingue la mente la verdad de la falsedad, y la sabiduría de la locura, tan exactamente como el paladar distingue un sabor dulce de uno amargo? Estas palabras pueden considerarse como la conclusión del discurso anterior o como un prefacio del siguiente. Y con ello exige a sus amigos la libertad de juzgar por sí mismo lo que han dicho, y los invita a usar la misma libertad con respecto a lo que él había adelantado; deseando que ellos oyeran y juzgaran sus palabras con franqueza e imparcialidad, para que ellos y él pudieran estar de acuerdo en negar lo que debería parecer falso o tonto, y en reconocer lo que era verdadero e importante.

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