Si espero, la tumba es mi casa. En hebreo, אם אקוה, im akaveh . Si deseo y espero cualquier cosa ahora, es la tumba, la única habitación que puedo prometerme a mí mismo; y al que acabo de entrar. Allí voy a descansar en una cama donde no me molesten, para lo cual, por lo tanto, me estoy preparando. En todas las situaciones, y en medio de todos los cambios, deberíamos tener a la vista la tumba, el lecho en el que pronto tendremos que acostarnos, y, preparándonos para ello, deberíamos esforzarnos por hacerlo más fácil, es decir, asegurando la paz con Dios, mediante manteniendo pura nuestra conciencia, viendo a Cristo acostado en este lecho, y convirtiéndolo en un lecho de especias, y mirando más allá de él hacia la resurrección.

Continúa después de la publicidad
Continúa después de la publicidad