Por ahora debería haberme quedado quieto y estar tranquilo. Libre de esos tormentos del cuerpo y de esa angustia de la mente que ahora me oprimen. Con los reyes y consejeros de la tierra había sido entonces tan feliz como los más orgullosos monarcas, que, después de todos sus grandes logros, descienden a sus tumbas; que construyeron para sí mismos lugares desolados que se distinguieron por un tiempo, y para mostrar su gran riqueza y poder, y dejar tras de sí un nombre glorioso, y perpetuar sus recuerdos, con gran labor y gasto erigieron pomposos y magníficos edificios; y, para hacerse más famosos, los levantó en lugares que antes parecían abandonados y abandonados a la total desolación.

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