Que se regocijan sobremanera, cuando pueden encontrar la tumba. Estar tan impacientes por la vida, por causa de la angustia que encontramos, no solo es antinatural en sí mismo, sino ingrato para el Dador de la vida, y muestra una indulgencia pecaminosa de nuestra pasión. Que sea nuestro gran y constante cuidado prepararnos para otro mundo: y luego dejemos que Dios ordene las circunstancias de nuestra mudanza allí.

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