Porque me ha sobrevenido lo que más temíaAntes de que este torrente de miseria se derramara sobre mí, estaba de hecho bajo grandes y fuertes aprensiones, que no podía explicar, de algo que me sucedería; algo extremadamente doloroso y afligido; algo tan malo, no, peor que la muerte misma. Porque consideré la variedad de las providencias de Dios, la variabilidad de este mundo vano, las debilidades y contingencias a las que la naturaleza humana es responsable en la vida presente, la justicia de Dios y la pecaminosidad de toda la humanidad. Y ahora es evidente que estos temores míos no fueron en vano, porque están justificados por mis calamidades actuales. Puedo, por tanto, decir que nunca he disfrutado de una sólida tranquilidad desde que nací; y, en consecuencia, no me ha valido la pena vivir, ya que todos mis días han sido malos y llenos de angustia y angustia,

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