Porque mi suspiro llega antes que coma hebreo, antes que la faz de mi pan. En lugar de disfrutar de la satisfacción de ser refrescados con las necesidades comunes que se nos brindan, y de tener el placer de comer y beber, que se conceden tanto para el consuelo como para el sustento, mis llantos y lágrimas son mi comida y mi bebida. Y mis rugidos se derraman como las aguasTan severo es mi dolor, y tan grande mi angustia, que las agonías y los gritos que se me extorsionan no son comunes: son profundos y ruidosos; horribles y espantosos, y semejantes a los fuertes rugidos de un león. Y aunque me esfuerzo y me esfuerzo mucho por controlarlos y silenciarlos, descubro que es inútil; pues se abren paso con violencia irresistible y perseverancia incesante, en gran abundancia; como tantas corrientes de agua repentinas e impetuosas, cuando un río rompe sus márgenes y desborda los terrenos adyacentes.

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