Tus palabras han sostenido al que estaba cayendo, que estaba dispuesto a hundirse bajo sus presiones, o caer en el pecado, o de Dios, por el desaliento y la desconfianza de su providencia y promesa, o por impaciencia. Y has fortalecido las rodillas débiles de los débiles de corazón y desmayados por sus pruebas.

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