No dejes que su temor me aterrorice El temor y el pavor de su majestad y justicia. Que no me trate según su perfecta justicia, sino según su gracia y clemencia. Entonces hablaría, y sin miedo hablaría libremente por mí mismo, liberándome de ese pavor que me quita el ánimo y el coraje. Pero no es así conmigo. No estoy libre de su terror y, por lo tanto, no puedo defender mi causa con él.

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