Afligid vuestras almas con ayuno y amargo arrepentimiento por todos, y especialmente por sus pecados nacionales, entre los cuales, sin duda, Dios quiere que recuerden su pecado del becerro de oro. Porque así como Dios había amenazado con recordarlo en tiempos posteriores para castigarlos por ello, había una gran razón por la que debían recordarlo para humillarse por ello.

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