Entonces ordené, y limpiaron las cámaras que habían sido así profanadas, y las restauraron a su antigua santidad, por el agua de purificación y por otros medios y ritos que eran entonces usuales en tales casos. Y allí volví a traer los vasos de la casa de Dios que habían sido arrojados para dejar lugar a Tobías. Así, cuando el pecado sea expulsado del corazón por el arrepentimiento y la fe en la sangre de Cristo, sea provisto de las gracias del Espíritu de Dios, y de los santos dones y bendiciones que le convengan para toda buena obra.

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