El rey dijo: ¿Por qué está triste tu rostro? Su ayuno, unido al dolor interior, había cambiado sensiblemente su semblante. Entonces tuve mucho miedo. Fue algo inusual y descortés entrar en la presencia del rey de Persia con una señal de dolor. Y temía una decepción, porque su petición era grande y odiosa, y odiosa para la mayoría de los cortesanos persas.

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