Con un arma de mano No importaba el tipo de arma que lo mataran, ya fuera de hierro, madera o piedra. Si fue asesinado a sabiendas y a sabiendas, fue asesinato, y la persona culpable debía morir por ello. Porque aunque tal vez no tenía intención de matar a la persona, debería haber moderado su pasión y no podía ignorar que tal instrumento era capaz de infligir una herida mortal.

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