No pasará navaja sobre su cabeza, ni tijeras u otro instrumento para cortarle parte alguna de su cabello. Ésta es la segunda regla que debía observar, y designó, en parte como un signo de su mortificación ante los placeres mundanos y la belleza exterior; en parte como testimonio de la pureza que profesaba, porque el cortar el cabello era señal de inmundicia, como aparece en Números 6:9 ; en parte, para que por la longitud de su cabello se le recordara constantemente su voto. Santo Es decir, totalmente consagrado a Dios y a su servicio, por lo que se muestra que la santidad interior era lo grande que Dios requería y valoraba en estos y, por consiguiente, en otros ritos y ceremonias.

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