El deseo del perezoso lo mata Lo atormenta casi hasta la muerte, mientras que él desea apasionadamente lo que ve que no disfrutará y no se esforzará en procurarlo. Codicia todo el día con avidez. Pasa todo su tiempo en deseos vanos y perezosos, pero no trabaja para ganar nada, ni para usarlo ni para dar a los demás. Pero el justo da, y no escatima Con la bendición de Dios sobre su industria, obtiene lo suficiente no solo para su propio sustento, sino también para el socorro generoso de otros.

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